La cacería de cerdos y la demagogia populista

18 septiembre 2008

Hace unos meses, visité una estancia en la que se elaboraban jamones caseros. Al pasar por un chiquero, me llamó la atención el porte de una chancha amamantando a unos cuantos lechones. Para satisfacer mi curiosidad, le pregunté al hijo del patrón sobre esos cerdos.

"Espere que llamo a mi padre, a él le va a gustar contarle la historia de nuestros cerdos", me respondió el joven.

Por la puerta de la cocina emergió un gigante de cabellos blancos que se desplazaba dificultosamente asistido por un bastón. Me invitó a sentarme a la mesa de la galería donde reinaba un enorme botellón de alcohol de nuez.

- "¿Ud. sabe cómo se cazan los chanchos salvajes del monte?", me espetó el paisano sin más trámite, mientras me servía un vasito chato de ese brebaje.

- "Bueno, creo que con perros que 'los paran' y un fusil que los sacrifica", le contesté presintiendo que la historia venía por otro lado y que el viejo sabía mucho más que yo…

"En este caso, no es así", me dijo. "Cuando le explique cómo los cazo, Ud. va a poder sacar algunas conclusiones…".

"Mire, detrás de aquella cortina de árboles, hay un monte sin trabajar. Ahí, suele haber chanchos salvajes. Para cazarlos, hay que comenzar por buscar un manchón sin matorrales y tirar un poco de maíz en el piso. Cuando los chanchos lo descubren, van a comer todos los días y solo hay que reponerles diariamente la ración. Una vez acostumbrados, se construye una cerca en uno de los lados del sitio mientras le sigue poniendo alimento. Por unos días parece que desconfían, pero después terminan por volver. Entonces se hace otra cerca a continuación de la anterior, y les sigue poniendo comida. Y así sucesivamente, hasta que casi cierra los cuatro lados y solo deja una abertura para un portón. Para entonces, se han acostumbrado al maíz fácil, ya no tienen desconfianza ni le temen a los cercos y entran y salen casi con naturalidad. Entonces Ud. va y coloca el portón, lo deja abierto y sigue poniendo maíz, hasta el día que va al corral y encuentra a toda la piara comiendo y le cierra la puerta. Al principio empiezan a correr en círculos como locos, pero ya están atrapados. Pronto se tranquilizan, vuelven al alimento fácil y aceptan la esclavitud".


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Algo así va ocurriendo con la población de cada país estatizado como el nuestro. La gente parece no darse cuenta que los gobiernos populistas y demagógicos proceden de la misma manera que esta técnica de cazar chanchos. Se les tira maíz "gratis", disfrazado de programas de ayuda, planes sociales, empleos públicos, cargos políticos, sueldos para ñoquis, subsidios para cualquier cosa, leyes proteccionistas, sobornos electorales; todo a costa de recortar las libertades que les van confiscando poco a poco. Así se logra transformar personas libres en público cautivo al cual se le recluta con una finalidad proselitista.

Es como si la gente no entendiera que no existe la comida gratis. ¿Acaso no se comprende que todo ese reparto de "generosa ayuda gubernamental" se realiza al tiempo que se recortan las libertades, se desconocen los derechos de los particulares y el Estado se apodera de los bienes de la gente que realmente trabaja y produce?

Si se le permite al Estado seguir interviniendo, no está lejos el día en que el portón se cierre por completo para nuestros países.

El Estado cuenta con peones serviles que empujan el portón para cerrarlo a cal y canto: políticos marxistas y políticos que, sin admitir ser marxistas, actúan dócilmente como si lo fuesen, dirigentes sindicales idólatras del Estado que los mantiene y hasta pseudo empresarios que, en contubernio con sindicalistas y burócratas, claman por tener asegurada su ración de maíz a través del dirigismo y de recetas proteccionistas.