CONFLICTO PALESTINO-ISRAELÍ (II)

10 enero 2009

EL MANDATO BRITÁNICO SOBRE PALESTINA
Palestina fue durante 5 siglos una provincia del imperio otomano. Hacia fines de la Primera Guerra Mundial contaba con una población aproximada de 1.3 millones de habitantes. Se trataba de una región en la que cristianos, judíos y musulmanes convivieron durante más de un milenio en relativa armonía.

Con el desmembramiento del imperio otomano tras la Primera Guerra Mundial, Palestina se convirtió en un protectorado bajo mandato británico. La política británica favoreció la inmigración judía a Palestina. Eso condujo a un cambio demográfico importante: la población judía pasó de ser alrededor de un 6% de la población hacia inicios del siglo XX, a representaban cerca de un tercio de la población hacia finales del mandato en la década de los cuarenta.

El movimiento sionista fundó una organización que se encargaría de la inmigración a Palestina: la Agencia Judía. Esta también se ocupaba de recaudar fondos y de comprar tierras. A pesar de que la Agencia ofrecía pagar precios muy por encima de su valor de mercado, la mayoría de los palestinos se negaban a vender sus propiedades. La proporción de la tierra en propiedad de la comunidad judía nunca alcanzó el 10% del total durante el mandato británico.

Los palestinos a su vez se oponían tanto a la masiva inmigración judía como a la ocupación extranjera, siendo reprimidos por las fuerzas británicas. En 1936 inician una rebelión armada, la cual duró hasta 1939, año en que fue finalmente derrotada.

LA RESOLUCIÓN DE PARTICIÓN DE LA ONU Y LA GUERRA DE 1948
Al terminar la Segunda Guerra Mundial el mundo descubre los crímenes cometidos por los nazis, y en particular el genocidio cometido contra el pueblo judío. Dada su relativa pasividad ante esos hechos durante el conflicto, los líderes de las potencias occidentales tenían una deuda moral con ese pueblo, y las reivindicaciones sionistas reciben una amplia simpatía de las potencias vencedoras en la guerra. En ese contexto Inglaterra pide a la ONU buscar una solución al conflicto. En noviembre de 1947 la Asamblea General de las Naciones Unidas recomienda la partición de Palestina en dos estados, uno palestino y otro judío, así como una zona de administración internacional en la ciudad de Jerusalén (Vg., resolución 181). La mayoría del movimiento sionista acepta la partición, los árabes alegan que no reconocía el derecho a la autodeterminación de la población y concedía más de la mitad del territorio (incluyendo las tierras más fértiles próximas al Mediterráneo) a menos de un tercio de la población (los judíos).
El inicio del retiro británico en 1947 da lugar a enfrentamientos armados entre palestinos y judíos. Las milicias judías, que contaban con niveles superiores de armamento y preparación (muchos de sus integrantes eran veteranos de la Segunda Guerra Mundial), logran controlar la parte del territorio que la resolución de partición les concedía, además de la mitad del territorio asignado al Estado palestino. En el transcurso de esos enfrentamientos se perpetraron diversas masacres contra civiles, la mayoría de ellas contra civiles palestinos (como la de Deir Yassin, documentada por el enviado de Naciones Unidas Folke Bernadotte). Según el historiador israelí Benny Morris , esa fue la causa del éxodo de unos 750,000 palestinos (más de la mitad del total), quienes pasan a convertirse en refugiados en los países vecinos, así como en la mitad del territorio asignado a un Estado palestino que queda bajo control árabe: Vg., Cisjordania (incluyendo la parte oriental de la ciudad de Jerusalén) y la franja de Gaza. Además de ello, el Estado palestino no logra constituirse por que el 15 de Mayo de 1948 varios Estados árabes vecinos intervienen en el conflicto, asumiendo el control de ese territorio. Como consecuencia, la Asamblea General de la ONU aprueba la resolución 194 que exige a Israel permitir el retorno de los refugiados palestinos, y compensar a aquellos que decidieran no regresar.

Simultáneamente, más de medio millón de judíos que vivían en países árabes son forzados a marchar al exilio. La gran mayoría de ellos emigra hacia Israel, en donde acceden a la ciudadanía de ese país y a las propiedades abandonadas por los refugiados palestinos.
Farid Kahhat
Recogido de : www.islamperu.com By Martin Portillo

Suecia privatiza la gestión educativa

21 noviembre 2008

Resulta interesante constatar que a la par de la crisis financiera internacional que ha requerido del salvataje estatal, dando lugar a que algunos sostengan que estamos ante la caída del capitalismo y liberalismo, los países con tradición socialista y sistemas educativos centralistas y estatizados empiezan a ensayar nuevas opciones de gestión educativa eficiente mediante empresas privadas que reciben fondos públicos para ofrecer educación gratuita de calidad. A los casos de Australia, Nueva Zelanda, EE.UU., Chile, se agregan últimamente algunos de los países europeos.

La Tercera de Chile del 11 de noviembre del 2008 trae la noticia de que el gobierno sueco está promoviendo el paso de los alumnos de las escuelas públicas a las escuelas independientes "friskolor" gestionadas por empresas privadas que escogen su propios métodos de enseñanza, su personal y administran sus propios edificios, aunque todo ello con financiamiento estatal para mantener la gratuidad de la educación. En Suecia, del 1.7% de alumnos privados en primaria y 1% en secundaria en el año 1992 han subido al 17% y 9%, respectivamente, en el año 2008.

La utilidad de la empresa privada está dada por el margen de rentabilidad que obtienen por administrar eficientemente los recursos estatales. Por ejemplo, una de las empresas "Bure Equity" -que cotiza en la Bolsa de Valores de Estocolmo- en el primer trimestre obtuvo una ganancia neta de 33% superior al 2007 y ascendió a 3 millones de dólares.

Si bien hay sectores de la sociedad sueca que se oponen a este modelo porque aducen que se derivan dineros públicos a empresas privadas, la contraparte sostiene que se ha elevado la calidad de la educación y se está generando una competencia que está obligando a las escuelas públicas a mejorar su eficiencia.

Michael Fallon, el hombre fuerte de la educación del partido conservador inglés, ha adelantado que en caso de derrotar al laborismo en las próximas elecciones implementarían una fórmula similar. Así, crece el número de expertos convencidos de que la educación gratuita no tiene por qué ser considerada como sinónimo de educación pública, porque los privados también la pueden proveer, inclusive con calidad superior.

León Trahtemberg
De sentido común
CorreoPerú

¿Batalla Perdida?

10 octubre 2008

Joseph Stiglitz pronuncia el fin del neoliberalismo y a uno no le queda más que aceptar que la izquierda internacional se ha cobrado la revancha sobre lo expuesto por Fukuyuma en 1992. Empero, cuando un liberal -de la talla de nuestro querido escritor Mario Vargas Llosa- pone al descubierto sus dudas sobre el sistema, entonces pareciera que la batalla está perdida. Y es que, tal vez, sí sería oportuno matar al neoliberalismo, el sistema que para Stiglitz ha sido una doctrina política que sirve a determinados intereses y que para Vargas Llosa acepta que los pobres contribuyentes salven a las empresas codiciosas que han acabado en la ruina. Como liberal -o libertario- me aúno a ambos. Hubiese preferido, claro, que en lugar de llamar neoliberalismo a dicha práctica, la hubiesen llamado por su nombre de cuna, léase mercantilismo. Hasta donde recuerdo, esa es la propuesta económica que promueve el apoyo léase, contubernio- del Estado al empresario. La cultura de libertad y su corolario económico el liberalismo apelan a una interacción entre agentes económicos libre de la interferencia de terceros, en especial la del Estado. Por ello, para un liberal clásico -o libertario- no cabe duda de que los gobiernos no deberían haber entrado a los rescates financieros que con tanta pompa 0promueven los mercantilistas y keynesianos; como tampoco queda duda que el origen de la crisis empieza con las reducciones en las exigencias para las hipotecas -por parte del gobierno populista de Hill Clinton- y se exaspera con la política hiperinflacionista de la actual administración de George W. Bush -claramente mercantilista-. Si el neoliberalismo era eso (facilitarle el negocio a unos cuantos bancos, hiperinflar la economía en la búsqueda de un crecimiento etéreo, para luego destruir a la clase trabajadora con impuestos a fin de otorgar un salvataje financiero), pues que muera. Así de simple y sencillo. Para los que creemos en la libertad y sus corolarios, queda el liberalismo; tanto como para quienes creen en el Estado y su bagaje operativo, queda el socialismo. Ahora, el mercantilismo guste o no probablemente seguirá vivo y coleando. Como liberal, me asquea la idea de un empresario ganándole a los consumidores gracias una posición preferente brindada por el Estado, tanto como aburre el gimoteo de la redistribución y el Estado benefactor, que termina creando una masa de corruptos y sanguijuelas. Así maten al neoliberalismo, seguirá existiendo el tercero que defina la mesa para uno u otro lado. Y de eso, ¿quién nos salva?



Juan José Garrido Koechlin - Correo Perú 10/10/2008

El papel que juega Clinton

29 septiembre 2008

Debo confesar que no pensaba escribir sobre esta mega crisis por un buen tiempo. Y no pensaba hacerlo porque todo lo que he escrito en relación a ésta desde hace más de dos años se encuentra, en blanco y negro, disperso por toda la galaxia virtual de Internet. Ya no quedaba mucho por decir: el exceso especulativo en los mercados era demasiado grande como para no llamar la atención de cualquier economista medianamente informado en el tema; era demasiado grande como para que uno no se preguntara de dónde venía ese oxígeno que alimentaba ese fuego infernal, y demasiado grande como para no escribir sobre este Armagedón financiero en cierne.

Y eso hice, hasta que el recuerdo de la maldición de Casandra me llevó por otros rumbos alejados de la redacción y de la prosa. Pero en las últimas semanas el colapso en los mercados ha llevado a que la izquierda económica salga, en tono triunfal, a declarar la muerte del libre mercado —que aseguran fue por suicidio—. Seguir callado, como se comprenderá, dejaba de ser una opción. Un reducido número de economistas advertimos sobre el tsunami que se nos venía encima. La inmensa mayoría de nuestros colegas en la profesión, o no vio la ola o, si la vio, supuso que las nuevas condiciones oceanográficas favorecían la práctica del surfing.

Ahora que la naturaleza y la magnitud de la crisis quedan al descubierto, son estos economistas precisamente los que han cambiado la trusa de baño por el traje de tres piezas de analista económico, y pontifican en cuanto medio de comunicación pueden acerca del rol que el Estado debe tener en la solución del problema, que atribuyen a una "falla de mercado". ¿Falla de mercado… o falla de gobierno? Esta la pregunta que me lleva a tomar la pluma una vez más.

¡Pero no se apresure en responder! Esta gran crisis financiera, poliédrica, de la cual el inmobiliario es uno de los lados, tiene en William Jefferson Clinton, el ex presidente norteamericano, uno de sus tantos responsables. Y no lo afirmo yo: es lo que se deduce de esta nota publicada hace casi diez años en el órgano oficial de la izquierda norteamericana, el neoyorquinísimo New York Times, firmada por Steven A. Holmes, en la que ya el título dejaba presagiar lo que se estaba fraguando: "Fannie Mae flexibiliza crédito para estimular el préstamo hipotecario". Como la nota es larga, transcribo algunos de los párrafos relevantes:
"[C]on el fin de ayudar a que las minorías y la población de menores ingresos se hagan de una casa, Fannie Mae Corporation planea reducir los requerimientos crediticios que le pide a la banca al momento de comprarle su cartera hipotecaria".
(…)
"Este plan piloto, en el que en un comienzo participarán 24 bancos en 15 ciudades (incluyendo el área metropolitana de Nueva York), busca incentivar a los bancos a que concedan préstamos hipotecarios a personas a las que su historial crediticio no les permite obtener préstamos convencionales".
(…)
"Fannie Mae, el suscriptor de préstamos hipotecarios más grande del país, se encuentra presionado en gran forma, por un lado, por la Administración Clinton, que insiste en que aumente su cartera de colocaciones hipotecarias entre los grupos de menores ingresos y, por otro, por sus accionistas, que buscan que mantenga su alto nivel de rentabilidad."
"[Por su parte], los bancos, las instituciones de ahorro y crédito y las compañías de préstamos hipotecarios también presionan a Fannie Mae para que los ayude a otorgar cada vez mayores préstamos a personas de alto riesgo crediticio ("subprime borrowers"). Los ingresos, el historial de crédito y los niveles de ahorro de estos deudores les impiden acceder a préstamos hipotecarios convencionales, y es por eso que cuando obtienen préstamos, éstos vienen con tasas de interés altas —de 3 a 4% por encima de las tasas convencionales—."
(…)
"’Fannie Mae ha logrado que millones de hogares accedan a la casa propia al reducir los requerimientos del depósito inicial’, afirma su presidente, Franklin D. Raines."
(…)
"Este nuevo segmento crediticio [los clientes ‘subprime’] lleva a Fannie Mae a que asuma un progresivo riesgo, el cual no presenta problemas en épocas de crecimiento económico. Sin embargo, podría encontrarse en graves apuros cuando los vientos cambien, obligando al gobierno a emprender un rescate financiero, como el de los bancos de ahorro y préstamos [Savings & Loans] en los noventa". ("Fannie Mae eases credit to aid mortgage lending", New York Times, 30/setiembre/1999)

Queda claro, entonces, que todo este caos y pánico financiero tiene su origen en el hecho de que a alguien en la Casa Blanca se le ocurrió que el populismo económico no tenía por qué ser monopolio de las democracias tercermundistas —de ambos lados del espectro político—, y si John no tenía ahorros para adquirir una vivienda, "no problem, sir", se le reducía o eliminaba el depósito inicial, y si ahora era Peter el que no tenía los ingresos necesarios, "no problem, sir", había que ver la manera de utilizar algo de alquimia financiera y contabilidad creativa para que el pago mensual, los primeros tres o cuatro años, fuese artificialmente bajo —aunque luego se duplicara y hasta triplicara—. Estas personas de bajos ingresos, que las medidas clintonianas buscaban capturar en una versión primermundista de clientelismo político, despiertan ahora del sueño de la casa propia a la pesadilla de la casa embargada. Quienes desde el gobierno planearon y ejecutaron esta política de Estado olvidaron algo fundamental: en la historia económica de la humanidad no existe un solo caso exitoso de creación de riqueza por decreto. Toda creación de riqueza es un largo y complejo proceso de reconversión de ahorro en inversión. Sin ahorro no hay inversión, y sin inversión no hay crecimiento económico. Así de simple.

Pero el demócrata Clinton especuló que la dinámica del juego de espejos, por el cual se genera la sensación de un túnel sin fin cuando se colocan uno frente al otro, podía aplicarse con buenos resultados colocando al mercado inmobiliario frente al mercado de valores (¡como dos espejos!). Se equivocó rotundamente, y ahora la gente tiene que abandonar sus casas, y ahora a él le queda el juicio de la historia.

Cómo podía saber el New York Times que, diez años después de su nota, ésta se usaría como prueba para responsabilizar a un ex presidente norteamericano de asesinato en primer grado del mercado hipotecario. Sí, los mercados no cometieron suicidio: fueron amordazados, atados de pies y manos y, posteriormente, estrangulados por la intervención estatal y las distorsiones y efectos perversos que ésta trajo consigo. Ahora viene la gran purga de todos los excesos en la economía y por eso tiembla el gran edificio financiero global. Adam Smith, finalmente, ha decidido realizar una limpieza general de la casa, y cuando hace la limpieza —nos enseña la historia— siempre empieza por los rincones más sucios. Ayer fue el mercado hipotecario; hoy, el crediticio; mañana, quién sabe. And, boy, is he pissed!

Por Charles Philbrook

La cacería de cerdos y la demagogia populista

18 septiembre 2008

Hace unos meses, visité una estancia en la que se elaboraban jamones caseros. Al pasar por un chiquero, me llamó la atención el porte de una chancha amamantando a unos cuantos lechones. Para satisfacer mi curiosidad, le pregunté al hijo del patrón sobre esos cerdos.

"Espere que llamo a mi padre, a él le va a gustar contarle la historia de nuestros cerdos", me respondió el joven.

Por la puerta de la cocina emergió un gigante de cabellos blancos que se desplazaba dificultosamente asistido por un bastón. Me invitó a sentarme a la mesa de la galería donde reinaba un enorme botellón de alcohol de nuez.

- "¿Ud. sabe cómo se cazan los chanchos salvajes del monte?", me espetó el paisano sin más trámite, mientras me servía un vasito chato de ese brebaje.

- "Bueno, creo que con perros que 'los paran' y un fusil que los sacrifica", le contesté presintiendo que la historia venía por otro lado y que el viejo sabía mucho más que yo…

"En este caso, no es así", me dijo. "Cuando le explique cómo los cazo, Ud. va a poder sacar algunas conclusiones…".

"Mire, detrás de aquella cortina de árboles, hay un monte sin trabajar. Ahí, suele haber chanchos salvajes. Para cazarlos, hay que comenzar por buscar un manchón sin matorrales y tirar un poco de maíz en el piso. Cuando los chanchos lo descubren, van a comer todos los días y solo hay que reponerles diariamente la ración. Una vez acostumbrados, se construye una cerca en uno de los lados del sitio mientras le sigue poniendo alimento. Por unos días parece que desconfían, pero después terminan por volver. Entonces se hace otra cerca a continuación de la anterior, y les sigue poniendo comida. Y así sucesivamente, hasta que casi cierra los cuatro lados y solo deja una abertura para un portón. Para entonces, se han acostumbrado al maíz fácil, ya no tienen desconfianza ni le temen a los cercos y entran y salen casi con naturalidad. Entonces Ud. va y coloca el portón, lo deja abierto y sigue poniendo maíz, hasta el día que va al corral y encuentra a toda la piara comiendo y le cierra la puerta. Al principio empiezan a correr en círculos como locos, pero ya están atrapados. Pronto se tranquilizan, vuelven al alimento fácil y aceptan la esclavitud".


- o -


Algo así va ocurriendo con la población de cada país estatizado como el nuestro. La gente parece no darse cuenta que los gobiernos populistas y demagógicos proceden de la misma manera que esta técnica de cazar chanchos. Se les tira maíz "gratis", disfrazado de programas de ayuda, planes sociales, empleos públicos, cargos políticos, sueldos para ñoquis, subsidios para cualquier cosa, leyes proteccionistas, sobornos electorales; todo a costa de recortar las libertades que les van confiscando poco a poco. Así se logra transformar personas libres en público cautivo al cual se le recluta con una finalidad proselitista.

Es como si la gente no entendiera que no existe la comida gratis. ¿Acaso no se comprende que todo ese reparto de "generosa ayuda gubernamental" se realiza al tiempo que se recortan las libertades, se desconocen los derechos de los particulares y el Estado se apodera de los bienes de la gente que realmente trabaja y produce?

Si se le permite al Estado seguir interviniendo, no está lejos el día en que el portón se cierre por completo para nuestros países.

El Estado cuenta con peones serviles que empujan el portón para cerrarlo a cal y canto: políticos marxistas y políticos que, sin admitir ser marxistas, actúan dócilmente como si lo fuesen, dirigentes sindicales idólatras del Estado que los mantiene y hasta pseudo empresarios que, en contubernio con sindicalistas y burócratas, claman por tener asegurada su ración de maíz a través del dirigismo y de recetas proteccionistas.

El gallo madrugador y los impuestos

05 junio 2008

Un gallo madrugador decidió separar de su ración diaria algunos granos de trigo con la finalidad de plantarlos en vez de comérselos. Para la tarea de cultivar, convocó a los otros animales que estaban paseando en su entorno mientras buscaban alimento por el piso.

- Vamos a plantar estos granos y así tendremos pan. ¿Quieren colaborar?

- ¡Noooooo ! -respondieron a coro los animales que poblaban la granja-

El gallo previsor no se desanimó e igualmente sembró. Trabajó solito y el trigo no demoró en crecer.

- Vamos a cosechar el trigo, propuso el gallo al resto de los animales.

- Yo no -dijo el ganso- ¿para qué voy a trabajar si ya estoy cobrando un subsidio sin tener que hacer nada?

- Yo tampoco porque el trabajo esclaviza, exclamó el cerdo, mientras persuadía al resto para que se negaran a trabajar.

Ante tales respuestas que se multiplicaban con apenas unos pocos matices distintos, el esforzado gallo decidió trabajar solito en la cosecha sin la colaboración de los otros.

Llegó el momento de amasar y cocinar el pan. El laborioso gallo ofrece a los demás una última posibilidad de trabajar.

- ¿Quién me ayuda a amasar el pan?

Sin obtener ni una sola respuesta afirmativa, el gallo amasó y cocinó el pan. Una vez que el pan quedó pronto y sabroso, todos los animales se acercaron porque querían comérselo.

El sacrificado gallo pensó y les dijo:

- Miren, ustedes que nunca quisieron trabajar y siempre se negaron a ayudarme, deberían saber que para comerlo no es necesaria la ayuda de los demás...

El cerdo, interrumpió bruscamente: ¡Están siendo violados nuestros derechos!

La vaca que estaba pastando como distraída, escuchó la queja y mugió: ¡oligarca!,

El ganso se sumó a la protesta y le increpó: -¡Egoísta explotador! ¡Criminal! ¡Genocida!

El pato gritó enojado: ¡Individualista, capitalista, torturador!

Los animales se movilizaron con la ayuda de víboras muy venenosas, expertas en agitación social y en el fomento del odio y la lucha de clases. Contando con la colaboración "espontánea" de papagayos rojos incrustados en ONGs y en todos los medios de comunicación, organizaron una concentración seguida de una marcha encabezada por una gran faja y varios carteles con leyendas pintadas en letras gigantes. Muchos carteles, pocos animales pero grandes espacios en los medios... En uno de los grandes carteles podía leerse "injusticia social", en otro "soluciones ya", en otro "ocupar"...

Así preparadas "espontáneamente" las cosas y generado el clima propicio, irrumpe en escena un ave de rapiña junto a un Zorro astuto y resentido que sabe mostrarse sereno y aplomado. Eran los recaudadores de impuestos quienes le cobraron compulsivamente al gallo laborioso una gran parte del pan "para atender las necesidades de los otros" (que se habían negado a trabajar).

Así, todos comieron. El cerdo, el ganso, el pato, las víboras venenosas, el zorro y las aves de rapiña participaron del banquete hasta que el pan se terminó. Nadie más plantó trigo; nunca más volvieron a tener pan en esa granja y todos se siguen arrastrando para encontrar por el piso algo que les permita subsistir.

Revolución chavista agranda la desigualdad entre ricos y pobres

26 mayo 2008

El Banco Central de Venezuela, en un informe que la revista The Economist recoge, estima que la desigualdad en el país, desde la llegada de Chávez al poder, ha aumentado en algo de 10%, pues el índice GINI ha pasado de 44.1 el año 2000 a 48 el 2005. En ese período de tiempo, sin embargo, y como señala la revista, la desigualdad en la distribución del ingreso ha disminuido en países como Brasil, México y Chile. [“The wind goes out of the revolution”, The Economist, 6/diciembre/2007]

Este índice, que va de cero a cien, nos dice cómo se distribuye la riqueza en un país, o cuánto de ésta corresponde a cada segmento de la población. En una sociedad en la que todos tienen el mismo ingreso, éste será cero, y a medida que aumenta o disminuye la desigualdad el índice irá acercándose o alejándose de cien. En suma, de la perfecta igualdad se va pasando a la perfecta desigualdad, en la que una sola persona se lleva todo. Eso refleja este indicador que el banco central venezolano saca a la luz: Chávez y su revolución socialista del siglo XXI van en sentido contrario a los ideales de otras revoluciones socialistas de siglos pasados.

Entender lo que sucede en este país pasa por estar al tanto de que el alza en los precios supera el 30%, y esto debido a que el Gobierno pretende reinventar la rueda en cuanto a leyes económicas se refiere. Un cada vez mayor gasto público que no vaya de la mano de una mayor producción eventualmente acaba mal, es sólo cuestión de tiempo. Lo curioso es que pareja irresponsabilidad en el gasto público y en la creación de medios fiduciarios —después de todo, no hay almuerzo gratis— produce efectos en la redistribución del ingreso que niegan todo lo que Chávez afirma en relación a la solidaridad y justicia social (cuán “justa” puede ser una revolución como ésta en la que el ingreso real de los que tienen más crece más rápido que el de los que tienen menos, y ésa es la historia que nos revela el viejo GINI).

Todo proceso inflacionario de aumento en la cantidad del dinero y del crédito en la economía lleva a un alza en los precios de las cosas, y esto a un cambio en la estructura de precios relativos, que a su vez tiene su correlato en la distribución de la renta y de la riqueza en la sociedad. (El dinero nunca es “neutral” desde el momento en que un cambio cualquiera en la oferta monetaria produce a su vez cambios en los precios de las cosas, y estos cambios precisamente son los que tienen efectos redistributivos). Bien: supongamos que un mayor gasto social, que no se traduce en una mayor producción de bienes de primera necesidad (los empresarios, desmotivados, producen menos), lleva a un aumento en la demanda de estos productos que rápidamente influye en sus precios. El Gobierno, preocupado, duplica y triplica el gasto social, recurre a controles de precios y amenazas, y los precios siguen trepando por las nubes…a una mayor velocidad. Detengan la película y analicen lo que hasta el momento está pasando: por el lado del consumo, un mayor gasto social pone más dinero en los bolsillos de los más pobres, que ahora tienen para gastar más. Por el lado de la producción, los mayores impuestos corporativos, controles de precios y restricción a las importaciones con que el Gobierno estrangula a los empresarios locales (ni qué decir de los extranjeros a los que intimida con la expropiación), colocan a éstos en la disyuntiva de producir menos al precio de antes o seguir produciendo lo mismo, pero a un mayor precio.

En todo el tiempo que dura la película, los precios de los bienes de primera necesidad han sufrido un gran aumento, mientras que los de los bienes suntuarios apenas se han movido. Este sólo hecho implica que aunque la distribución nominal del ingreso en la sociedad haya sido uniforme, un mayor nivel de precios por el lado de los bienes de primera necesidad le ha restado poder adquisitivo en términos reales a los más pobres. Estas telenovelas siempre acaban así, y acaban así porque por más watsonianamente elemental que parezca sólo se puede consumir lo que se ha producido. En suma, todo proceso inflacionario de expansión del dinero y del crédito que acaba en cada vez mayores precios, produce una masiva redistribución del ingreso en la sociedad, de los que tienen menos a los que tienen más. No es, pues, ninguna casualidad que la desigualdad haya aumentado en el Perú de los ochenta, en la Alemania de los veinte o en el Zimbabwe de hoy.



Charles Philbrook, Economia & mercado